viernes, 22 de febrero de 2019

"Sueños de un hombre despierto".



Como cada mañana, a pesar del ajetreo diario (despertador, ducha, desayuno, coche, y atasco) volvió a elegir soñar. No le pongan cara a esta historia, o mejor, pónganle la que ustedes quieran. Hombre o mujer, adulto o adolescente, andaluz o gallego, da igual. El caso es que él quería soñar. Y un día decidió hacerlo, pero despierto. Cuando el resto del mundo solo se preocupaba del ajetreo diario para caer rendido en la cama. Él eligió soñar despierto.

Al oír el despertador, soñaba con el sábado y el domingo donde el despertador no sonaba, y si lo hacía, algún mecanismo en su cabeza acertaba a adivinar el día de la semana en que se encontraba, para apagar el sonido metálico de la alarma, y darse media vuelta para seguir en la cama hasta bien entrada la mañana.  Al irse a la ducha, soñaba con un mundo donde el agua no era un bien escaso, porque los humanos sabían de su preciado valor, y no la desperdiciaban como algo que nunca les va a faltar. Había agua a raudales, pero porque además de ser regalada por la naturaleza, era bien administrada por los humanos.

Al desayunar, soñaba con un mundo sin hambre, donde no había estadísticas terroríficas que hablaban de un niño muerto por inanición cada minuto en el tercer mundo. De hecho, no podía saber mientras soñaba, ni lo que era el tercer mundo, porque no existía. Todo era un primer mundo. La riqueza y los bienes estaban repartidos por igual. Nadie tenía más que nadie. Todas las casas del mundo eran del mismo tipo, con los mismos metros, con las mismas comodidades. Todo el mundo tenía el mismo coche, y usaba la misma marca de ropa, y los mismos tipos de alimentos. Nada era un lujo, pero nadie tenía escasez, ni llegaba a fin de mes apurado. No había envidia. Soñaba con un mundo que a pesar de ser fácil de conseguir, sabía imposible por la condición humana.

Soñaba y soñaba sin parar, con cosas mejores, hasta que en un semáforo, cuando se encontraba absorto en sus sueños, un sonido en el cristal lo bajo de su nube, y lo arrancó bruscamente de su sueño. Volvió a la realidad, al ver como un inmigrante, pretendía venderle un paquete de pañuelos. Abrió la ventanilla, los compró, y pensó suspirando: ¡Ay!... Si los gobernantes del mundo, supieran de mis sueños, quizá dejaría… de soñar despierto. Entre tanto se consoló, con una sonrisa de felicidad de aquel inmigrante, que había logrado vender sus primeros pañuelos del día. El semáforo se puso en verde, y él siguió su camino diciendo: “Adiós, amigo, te veré en mis sueños”.

jueves, 7 de febrero de 2019

Bienvenidos al Condado.

Sean bienvenidos todos a este lugar donde habrá espacio para todo lo que se me ocurra. No hace falta extenderse mucho, esto sólo es un sitio donde volcar pensamientos, inquietudes, protestas, alegrías, humor, sexo, experiencias. Es como twitter pero más largo. 
Pasaos por aquí de vez cuando, igual hasta os gusta un poquito.

SINCERÁNDOME

NO me vendo bien, como podréis comprobar. Como siempre comentarios en Twitter, no aquí. Gracias a todos por estar ahí.